Palabras sueltas, ideas cluecas, una arandela y un envoltorio de chicle. Todo lo que cabe en un bolsillo tras un largo viaje. Iñaki de las Heras.
miércoles, 9 de febrero de 2011
El oficio de tropezar dos veces con la misma piedra (II)
Esto se sabe de sobra, pero no está mal repetirlo. El Renacimiento presentó todo lo anterior como si fuese un truño. Sentenció que la Edad Media fue un tiempo sombrío de servidumbre e inútil guerreo. Por suerte, con el tiempo ha ido mejorando nuestra percepción de aquella época gracias a autores como Batjin o Foucault y al sarpullido irracional del surrealismo, que nos hicieron entender la cultura popular del medievo, el universo de El Bosco, Rabelais, las danzas de la muerte, el carnaval de la vida y todo lo demás. El intento de la Ilustración por torpedear el barroco también fue en balde. Se rieron de aquella mentalidad retorcida, pero no aportaron ni un Quevedo ni un Góngora ni un famélico Garcilaso. Ni siquiera un pintor que superase el tenebrismo. Mucha obra pública y mucha razón y mucha lotería nacional, pero poco más. Eso sí, nadie supera en arrogancia a renacentistas e ilustrados.
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