Palabras sueltas, ideas cluecas, una arandela y un envoltorio de chicle. Todo lo que cabe en un bolsillo tras un largo viaje. Iñaki de las Heras.
martes, 22 de febrero de 2011
El oficio de periodista (IV)
Una de las cosas que garantizan la libertad de expresión es el inmobiliario de las redacciones periodísticas. Las mesas de los redactores están colocadas una junto a la otra, y así los papeles, las carpertas y los ordenadores, que aparecen solapados y adyacentes, cuando no amontonados en un supino caos. Aparte del riesgo de incendio, la disposición es muy buena porque todo lo que uno dice llega a los demás. De esta forma, se dificultan los sobornos, los compadreos y el mercadeo. Se dificulta todo eso, como digo, si bien por desgracia no se impide. Aun así, lo cierto es que se hacen difíciles algunas prácticas poco vistosas que en los lugares con biombos y paredes proliferan más a menudo. Los compañeros pueden controlarse entre sí, y eso es un primero paso. Estaría bien que también pudieran controlar a sus jefes, pero eso es otro paso distinto.
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