miércoles, 23 de febrero de 2011

El oficio de inaugurar (III)

¿Un nuevo cambio de orden mundial? Puede ser. Puede que se manifieste en detalles sutiles y no lo percibamos hasta su total implantación, pero está ahí. Hace un tiempo, pongamos un lustro, se puso de moda llevar los pantalones por debajo del culo para que se vean los calzoncillos, de marca. Esta gestualidad pija procede al parecer de las cárceles norteamericanas, donde a los presos se les quita el cinturón para evitar ahorcamientos. Pese al trasfondo carcelario, solo puede calificarse de pija esta pose, en la que una generación de jóvenes decide mostrar al resto de la especie la innovación en calidad y coste de sus calzoncillos, varias veces por cierto superiores a mis atávicos abanderado. Varios años después de la irrupción de esta moda ya decadente, aún me sigo quedando estupefacto ante el fenómeno, no solo por su pijismo intrínseco, sino por la dificultad de los jóvenes para correr con estas prendas, cuando se supone que un joven con un mínimo de fiebre juvenil debe aspirar a correr ligero. El caso es que este hábito se trasladó a todos los nichos de la necrópolis del sistema de consumo, de modo que durante años tuve que gastar pantalones de tiro demasiado escaso que dejaban a mi pesar en evidencia la intimidad de mis calzoncillos descoloridos, diseñados para el enclaustramiento. Ahora me acabo de comprar unos pantalones nuevos y para mi sorpresa noto que el tiro vuelve a alargarse, que de nuevo vuelvo a cerrar la bragueta con un largo tono de cremallera. Sin duda, Estados Unidos está perdiendo capacidad de influencia sobre la moda, supongo que acuciado por el empuje de las potencias emergentes. Esta observación supone, a mi modo de ver, un nuevo indicio de que algo se está moviendo, de que se está produciendo un nuevo cambio de orden mundial que se manifiesta, como digo, en los más sutiles de los detalles.

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