martes, 29 de marzo de 2011

El oficio del periodista (VII)

El poder económico que ha hecho de la libertad un anuncio de Movistar aspira ahora a convertir la prensa en un género publicitario. Las grandes corporaciones están convencidas de ello. Ya fueron capaces de colocar sus productos en películas y series de televisión a través de eso que llaman el 'product placement', y dentro de poco los veremos en representaciones teatrales y novelas. Como nada se les resiste, también quieren rematar al periodismo y convertirlo en una estantería de supermercado. Las empresas valoran las informaciones como si fuesen espacios publicitarios y reaccionan con entusiasmo o enfado según lo que se diga. No entienden el trabajo del periodista porque es muy difícil entender algo cuando tu sueldo depende precisamente de no entender las cosas. Yo mismo he visto resúmenes de prensa de una gran compañía en la que se indica el valor económico de cada información. No es de extrañar que las asociaciones contra el consumo de tabaco estén presentando denuncias. Sospechan que las tabaqueras están intentando promocionarse a través de la prensa. El periodista pide ayuda porque se ve cercado por intereses obscenos. Ya te digo que si hubiese deseado enriquecerse, no habría escogido este oficio. Y su petición de auxilio no es más que esta: el dinero y el poder económico son ya una dictadura que lo devora y lo ensucia todo.

lunes, 28 de marzo de 2011

El oficio de tropezar dos veces con la misma piedra (VIII)

Internet se puede usar para muchas cosas. De sus muchas funciones, la de socialización es la que suma más entusiastas y detractores. Acaba de nacer una nueva forma de estar con los demás, de estar en el infierno, por decirlo en plan sartriano. Hasta ahora, el humanoide común orbitaba en el sistema de la familia y de la sociedad. Uno tradicional y conservador, productor de Estados mafiosos; el otro conciliador y progresista. Ahora, empieza a emerger un nuevo ámbito, el de la habitación. La socialización comienza a realizarse dentro del dormitorio, el sempiterno reducto sagrado en el que el adolescente se protege de la familia y del mundo. La socialización digital ha pasado a convertirse en el primero de los sistemas gravitatorios del individuo. Y lo hace con sus características propias. Importa el cuidado de la imagen digital de uno mismo, la proyección virtual de nuestros deseos. Y también se permite la deshinibición y el rechazo a la búsqueda de acuerdos y mayorías. En el ámbito social, en la plaza pública, floreció la democracia como sistema de acción indirecta que garantiza el poder del pueblo y el respeto a la minoría. En la 'room society' de internet, surge un nuevo sistema de acción directa sin mayorías ni grupos ni corrientes. El espacio de la libertad, la utopía del libertarismo sin familia ni sociedad, sin plaza pública. En la habitación uno puede gritar bien alto sin molestar al vecino. No hay máscara ni identidad. Una forma moderna de oclocracia.

jueves, 24 de marzo de 2011

El oficio del idiota (XI)

Mira, un poema de Emily Dickinson que me gusta y que no me veo capaz de traducir porque eso requiere un trato de experto. Lo entiendo con un lenguaje interior, es decir, sin necesidad de pasar por el castellano, desde el primitivismo de la amígdala, donde aún no llega la palabra, pero sí el ritmo de los tambores y el calor de la hoguera. Leñe, sin querer me estoy metiendo en el berenjenal de si fue antes el pensamiento o el lenguaje. Tan solo pretendía presentar este poema:

I'm nobody! Who are you?
Are you nobody, too?
Then there's a pair of us - don't tell!
They'd banish us, you know!

How dreary to be somebody!
How public like a frog
To tell one's name the livelong day
To an admiring bog!

lunes, 21 de marzo de 2011

El oficio del idiota (X)

El estrés, por lo que dicen, es un trastorno moderno. En eso estoy de acuerdo, pero el problema es que se lleva tanto tiempo diciendo esto que quizá el estrés ya no esté tan de moda y empiece a ser una cosa picada de óxido. La palabra estrés tiene un origen industrial. De hecho, el vocablo viene de la fábrica y no de la caverna, que es de donde salió el hombre. Los psicólogos que lo acuñaron distinguieron entre 'strain', que es el grado de deformación o de maleabilidad que soporta un cuerto, y 'stress', que consiste en el sufrimiento de ese cuerpo durante el proceso industrial. Nuestras pobres psiques se resienten y padecen estrés, en parte porque es mucha la presión y en parte por su incapacidad para soportarla. Y lo cierto es que esas cosas que le ocurren se nombran recurriendo a un léxico industrial, de fabricante de tuercas en la Ford de Detroit, algo muy moderno con resonancia de pistones y bufidos, con olor a aceite. Algo tan moderno, digo, que, tras la era posmoderna y la hipermoderna, está claramente ya pasado de moda.

viernes, 18 de marzo de 2011

El oficio de vivir (II)

Ahora, por fin, después de muchos años, he descubierto lo que siempre me había intrigado tanto. Por qué Inglaterra me echa para atrás. A este país podríamos llamarlo un 'country room', un país habitación, porque te muevas por donde te muevas siempre tendrás la sensación de estar en un lugar cerrado. Eso es lo que me rechinaba, sin saberlo hasta ahora. Sus gigantescos aeropuertos están compuestos de estrechos pasillos y pequeñas salas de moqueta, y las calles de sus ciudades son angostas y abigarradas. Incluso en pleno campo uno tiene la impresión de estar en un lugar ceñido, a causa de las nieblas y de las arboledas, que cierran lo que poco que pueda haber de horizonte. No me acostumbro a Inglaterra, a su exuberancia y sus cielos encapotados, yo que soy un bruto castellano y me muevo bajo celajes de altura y llanuras inermes. A tope con la lontananza. Ese país es un cuarto con sofá, cortinas, papel de pared, gatos siameses variados, pastas, té, zapatillas de andar por casa, olor a mantequilla y un cuadro de la reina con marco de pan de oro. Aquí en cambio todo es intemperie, precariedad y fogata de bidón de obra.

miércoles, 16 de marzo de 2011

El oficio del idiota (IX)

En esta penosa tarea de convivir con el yo importan tres cosas. Una, cómo te veas a ti mismo. Dos, cómo piensas que los demás te ven. Tres, cómo ves a los demás. De la primera depende tu autoestima, muchacho, y de eso el número de veces en que te vas a sentir deprimido o exultante. En la segunda se cuecen los miedos, las fobias, los temores sociales y la ansiedad. Con la tercera, chaval, te surgen los resquemores, las atribuciones, la forma de comprender al otro. Viendo lo que te juegas en las dos primeras cosas, pensarás que esta tercera no importa mucho. Total, a quién puede importarle un paranoico más.

lunes, 14 de marzo de 2011

El oficio de hundirse (III)

Al homo sapiens le encanta pegar tiros. Le fascina la concentración en la puntería, la finura cartesiana de una mirilla, el tacto del índice sobre el gatillo, la detonación seca del disparo y el imprevisible retardo. Ni te cuento cuando el tiro viene acompañado de explosiones. Ala, venga, boom. En las ferias hay que pagar para que te dejen pegar un tiro, aunque sea con escopeta trucada. Otros países reclaman libertad para que cada citizen tenga su escopetilla de feria. Y en otros países arman al pueblo y le dan permiso para disparar adonde les salga. Si caes en combate, qué se le va a hacer, chico, es parte del juego. Siempre habrá un dios, una patria o un rey por quien divertirse.

viernes, 11 de marzo de 2011

El oficio de trasnochar (III)

Una casita oscura en medio de una pradera de grillos bajo un cielo abrasado de estrellas es una noche debajo de otra noche, de la gran noche del firmamento. Un sótano en los bajos de la casita es otra noche más pequeña aún y subterránea. Y un hombre tendido allí abajo, durmiendo y tiritando, es la noche más de noche de todas las noches.

jueves, 10 de marzo de 2011

El oficio de tropezar dos veces con la misma piedra (VII)

Me da que hemos entrado en una nueva era. La era de la simultaneidad, podría llamarse. El cambio tecnológico justifica esta afirmación. Ya en su momento el comercio y la revolución industrial transformaron el mundo. Lo hicieron porque antes hubo un cambio tecnológico que provocó alteraciones culturales, sociales y psicológicas. A esta nueva era también podría llamársela la era digital. Cualquier cosa vale, aunque a mí, que me acecha el incómodo frenetismo, me da más rabia el término simultaneidad. Decenas de estímulos se agolpan en los canales de televisión y banda ancha, compiten por quebrar nuestra desquiciada sensitividad y socavar nuestra percepción. Pues na, a partir de ahora resulta que hay una edad antigua, una moderna, una contemporánea y una simultánea.

miércoles, 9 de marzo de 2011

El oficio de desconocerse (IV)

Por favor, algún informático que me invente esto. Voy perdiéndolo todo y ya dedico al cabo del día más horas a buscar cosas por casa que a dormir. No encuentro las tijeras ni la cartera ni las llaves ni las zapatillas. Todo se me pierde y solo se me aparece al cabo de una fatigosa y desquiciante búsqueda. Por favor, que alguien me ayude, que un informático lo invente ya. Lo que quiero es que en algún sitio, como en la pantalla del ordenador, se despliegue una ventanita en la que yo pueda teclear 'tijeras' y al momento se iluminen las tijeras y yo sepa dónde están. O que, como ocurre cuando pierdo el móvil y me llamo a mí mismo, yo pueda llamar a mis tijeras y encontrarlas por su politono. Me lo inventen rápido, por favor.

martes, 8 de marzo de 2011

El oficio de tropezar dos veces con la misma piedra (V)

Tampoco hay que emocionarse, nuestro cerebro funciona de forma analógica. Podrá decirse que las neuronas responden a un mecanismo de unos y ceros, de activación y desactivación, y que tenemos una base digital. Pero la cosa no es tan clara. Al menos los procesos de atención, percepción y cognición, que son los que de verdad importan, funcionan de forma analógica, con sus receptores y sus frecuencias y sus ruedas dentadas, como las viejas radios y los viejos relojes. El cerebro podrá tener una base estructural de tipo digital, pero la mente es analógica. Y no es lo mismo el cerebro que la mente. El primero no pasa de telaraña viscosa de neuronas, mientras que la segunda es cosa seria, una inagotable abstracción fruto de la cultura, la educación y en definitiva del lenguaje.

lunes, 7 de marzo de 2011

El oficio del idiota (VIII)

Esta obsesión por la identidad viene de antiguo y nos ha convertido en fundamentalistas creyentes en los espejos y en los carnés de la piscina. Ya le ocurrió al primer homo sapiens. Se sorprendió a sí mismo pensando que regresaba a la cueva en el momento en el que, mira por dónde, regresaba a la cueva. Como si lo viese. El homo sapiens plantado en la puerta de la cueva, ante una de esas puertas de tiras de plástico de colores, como en los ultramarinos, o mejor aun, ante unas puertecillas de palabra de honor como las de los salones de las pelis del oeste. Y su mujer, alucinada al descubrir que su marido piensa, like homo sapiens. Momentazo para la humanidad. El cavernícola se acaba de dar cuenta de quién es, de que esa sombra que se alarga por las paredes de la cueva es la suya, de que eso que se interpone entre el hambre y el mundo es el yo. Así nace, a brocha gorda, la obsesión por la identidad.

viernes, 4 de marzo de 2011

El oficio de trasnochar (II)

La Tierra gira demasiado deprisa y nosotros ardemos en una piscina de oxígeno demasiado inestable. La radiación del Sol resulta insoportable. No sé cómo pudimos acercanos tanto a esta bomba en perpetua detonación. Solo nos queda el consuelo de la noche, cuando el planeta entra en sombra y los rayos feroces de luz pasan de largo con sus ladridos. La noche, el refugio más arcaico para descansar del mundo, de las fieras y de nosotros mismos.

jueves, 3 de marzo de 2011

El oficio del vago (II)

Premios que he recibido hasta la fecha: Molusco de Plata de la ciudad de Boadinha do Mar, Gran Palillo de Dientes de Oro, Orden del Mérito del Escaqueo, Gran Cruz Masona de la Logia Oriental de la Fritanga, IV Premio Belén Esteban de Computación Nuclear, Doctor Honoris Causa por la Universidad Bar La Plaza, XII Trofeo Internacional de Parchís Ciudad de Trujillo y Garbanzo en Vinagreta a la Mejor Digestión de Percebe.

miércoles, 2 de marzo de 2011

El oficio del idiota (VII)

Al momento surgen a modo de añicos punzantes muchas otras cuestiones. Una de ellas es si este yo del que hablamos y al que consideramos estático o al menos tendente a mantenerse en el tiempo es realmente el mismo a cada momento. La experiencia, los estados emocionales o simplemente la meteorología nos modelan continuamente y de vez en cuando obran en nosotros una metamorfosis. Deberíamos dudar de que este yo cansado de las nueve de la noche es el mismo que se despertó por la mañana. Y sin llegar a este grado de desconcierto, deberíamos pensar que el yo de nuestros diez años nada tiene que ver con el de los treinta. No sólo han cambiado los paisajes de la travesía, sino la forma de abordarlos y la creencias propias. Incluso dicen los fisiólogos que ha cambiado hasta la última célula de nuestro cuerpo y que ninguna de ellas responderá cuando preguntemos por el niño que fuimos.

martes, 1 de marzo de 2011

El oficio del periodista (V)

Noto una desrealidad virtual que nos conducen hacia la deshumanización por el camino del empacho informativo. Ahí es na.