lunes, 14 de marzo de 2011

El oficio de hundirse (III)

Al homo sapiens le encanta pegar tiros. Le fascina la concentración en la puntería, la finura cartesiana de una mirilla, el tacto del índice sobre el gatillo, la detonación seca del disparo y el imprevisible retardo. Ni te cuento cuando el tiro viene acompañado de explosiones. Ala, venga, boom. En las ferias hay que pagar para que te dejen pegar un tiro, aunque sea con escopeta trucada. Otros países reclaman libertad para que cada citizen tenga su escopetilla de feria. Y en otros países arman al pueblo y le dan permiso para disparar adonde les salga. Si caes en combate, qué se le va a hacer, chico, es parte del juego. Siempre habrá un dios, una patria o un rey por quien divertirse.

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