El estrés, por lo que dicen, es un trastorno moderno. En eso estoy de acuerdo, pero el problema es que se lleva tanto tiempo diciendo esto que quizá el estrés ya no esté tan de moda y empiece a ser una cosa picada de óxido. La palabra estrés tiene un origen industrial. De hecho, el vocablo viene de la fábrica y no de la caverna, que es de donde salió el hombre. Los psicólogos que lo acuñaron distinguieron entre 'strain', que es el grado de deformación o de maleabilidad que soporta un cuerto, y 'stress', que consiste en el sufrimiento de ese cuerpo durante el proceso industrial. Nuestras pobres psiques se resienten y padecen estrés, en parte porque es mucha la presión y en parte por su incapacidad para soportarla. Y lo cierto es que esas cosas que le ocurren se nombran recurriendo a un léxico industrial, de fabricante de tuercas en la Ford de Detroit, algo muy moderno con resonancia de pistones y bufidos, con olor a aceite. Algo tan moderno, digo, que, tras la era posmoderna y la hipermoderna, está claramente ya pasado de moda.
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