miércoles, 6 de abril de 2011

El oficio del idiota (XII)

La identidad tiene mucho que ver con el movimiento, y el movimiento fue el primero de los quebraderos de cabeza de la filosofía. Parménides sostenía que las cosas permanecen inmóviles y sin cambio. Heráclito sospechaba que nunca nos bañaremos en el mismo río. Ahí le dio. Como en un villancico, el río pasa y nosotros nos iremos y no volveremos más. Las aguas fluyen hacia la nada y lo único que permanece es el cambio. Y a pesar de ello, sigue habiendo algún integrista parmenidiano que percibe la identidad como cosa monolítica e inamovible. Fanatismo de DNI. Qué le vamos a hacer. Nunca volveremos a ser el mismo yo. Y esta afirmación es como para ponerse nervioso. No es fácil de aceptar y por eso nos resistimos. Aunque pensemos distinto que el niño que fuimos, aunque hayamos cambiado de ideología, religión, gustos musicales, amigos, comidas favoritas o incluso de marca de calzoncillos, por imposible que lo crean algunos, aunque ocurra todo esto, no solo seguiremos convencidos de ser la misma persona que se levantó esta mañana en nuestra cama, sino también el mismo renacuajo que hace veinte años correteaba con nuestro nombre a cuestas en un patio de colegio.

1 comentario:

  1. También creo que he entendido algo nuevo sobre el movimiento hace poco, y es que el tiempo no es más que otra característica del movimiento, una forma en la que se ha producido el cambio. Partimos de que el origen de todo es el cambio, el desequilibrio, y producido el cambio, éste se ha realizado liberando tanta energía, recorriendo tal trayectoria, y tardando tanto tiempo. El tiempo queda como una característica más del cambio, no como algo esencial como podemos pensar, sino como algo secundario al movimiento.
    El cambio lo es todo, el desequilibrio. Tenemos miedo a dejar de ser nosotros mismos, pero ni siquiera nuestra personalidad nos pertenece. Queremos conservar nuestra personalidad, sin embargo es como quien quiere conservar un poco de agua entre las manos.
    Cambiamos nosotros, y cambia nuestra idea sobre quienes somos.

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