Para que te hagas una idea, no gasto mucho en eso que llaman moda. El otro día hice un cálculo del valor de las prendas que llevo puestas. Para ello, y si uno quiere ser riguroso, es necesario tomar el precio de cada trapo y dividirlo por el número de veces en que te lo has puesto. Los vaqueros me costaron 20 euros y me los pongo dos veces por semana desde hace un año. 0,15 euros por uso. La camisa, 28 euros, una vez por semana: 0,49 euros. Lo de los zapatos es muy fuerte, cinco días por semana, y llevo tres años con ellos: 0,06 euros. Los calcetines, calzoncillos y demás tienen coste marginal, en todos los sentidos. Sé que a estas alturas te provoco un repelús, pero no desesperes. Sobre el cuerpo llevo un vestuario valorado en 0,7 euros al día, y cada día que pasa este importe desciende. Dentro de poco alcanzaré la sublime amortización de todas mis prendas. Tras ese momento, consideraré una ganancia cada nueva puesta. Y entonces, cada nuevo día será una victoria sobre el sistema consumista y será un gusto levantarse por la mañana, un poco más trasnochado, un poco menos moderno, un poco más libre.
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