miércoles, 13 de abril de 2011

El oficio de delirar (II)

Para que te hagas una idea, no gasto mucho en eso que llaman moda. El otro día hice un cálculo del valor de las prendas que llevo puestas. Para ello, y si uno quiere ser riguroso, es necesario tomar el precio de cada trapo y dividirlo por el número de veces en que te lo has puesto. Los vaqueros me costaron 20 euros y me los pongo dos veces por semana desde hace un año. 0,15 euros por uso. La camisa, 28 euros, una vez por semana: 0,49 euros. Lo de los zapatos es muy fuerte, cinco días por semana, y llevo tres años con ellos: 0,06 euros. Los calcetines, calzoncillos y demás tienen coste marginal, en todos los sentidos. Sé que a estas alturas te provoco un repelús, pero no desesperes. Sobre el cuerpo llevo un vestuario valorado en 0,7 euros al día, y cada día que pasa este importe desciende. Dentro de poco alcanzaré la sublime amortización de todas mis prendas. Tras ese momento, consideraré una ganancia cada nueva puesta. Y entonces, cada nuevo día será una victoria sobre el sistema consumista y será un gusto levantarse por la mañana, un poco más trasnochado, un poco menos moderno, un poco más libre.

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