Ya no sé por qué cracia vamos. Está la ludocracia, en la que los jóvenes esperan que les toque un piso de protección oficial en el próximo sorteo. Y por ahí andan la cleptocracia, en la que mandan los concejales de urbanismo, y la plutocracia del poder económico, sin menoscabo de la mediocracia, de este régimen de grandes hermanos y retales de vídeos sensacionalistas también llamado telediario. No deben olvidarse la narcocracia ni la mafiocracia, siembre muy en boga, ni la nunca mal avenida oclocracia, en la que las masas rugen sus decisiones. Cada uno en su cracia, como dijo san pancracia.
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