En esta room society de internet en la que la socialización de dormitorio ha sustituido a la plaza pública, tarde o temprano tendría que ocurrir: la habitación propia ha salido a la calle y quiere convertir el mundo en un nuevo espacio íntimo y acogedor. Ahí está esa revolución de la que tanto se habla sin que nadie sepa en qué consiste. Ya se celebran batallas de almohadas en todo el planeta, sincronizadas en Sao Paulo, Tokio y Madrid, sincronizadas como solo sabe hacer un despertador de dormitorio. Ya se han sacado las almohadas a la calle, ya se han sacado estos tanques de plumas que disparan diversión, y dentro de poco saldrán los póster, los plastidecor y los peluches. Dentro de poco el mundo se convertirá en nuestro dormitorio, en el lugar donde nos sentimos más nosotros mismos, en el santuario feliz que cuidaremos con la delicadeza con la que atesoramos recuerdos en las estanterías. Una revolución de habitación propia que nos arrope con la calidez de un edredón, está al caer.
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