Palabras sueltas, ideas cluecas, una arandela y un envoltorio de chicle. Todo lo que cabe en un bolsillo tras un largo viaje. Iñaki de las Heras.
jueves, 27 de enero de 2011
El oficio de mentir (II)
Hasta ahora, en este desértico blog en el que habitamos mis pensamientos y yo, me he dedicado a defender lo cambiante y poliédrico de nuestra personalidad. Lo hago a discreción, al bulto, sin reparar en víctimas. Primero, pienso que el 'Yo' nos estorba y nos pesa demasiado, y por eso, como en 'El Difunto Matías Pascal', de Pirandello, animo a los que han sido dados por muertos a huir bien lejos y rehacerse, pese a que la vida les conducirá de nuevo a ser ellos mismos. Segundo, pienso que somos tantos como quieran los demás y podemos ser tantas personas como queramos. También sacó Pirandello este asunto en 'Uno, ninguno, cien mil'. ¿Por qué entonces hay quien deja su nombre y foto y cabriolas de borracho en internet para uso y disfrute de toda la humanidad?, ¿por qué no elegir la forma de presentarnos?, ¿por qué no disfrutar entonces del libertinaje del anonimato y alejarnos un poco del yo, ahora que podemos?
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