jueves, 13 de enero de 2011

El oficio de inaugurar

El primer diente cuesta una barbaridad y suele asomar entre fiebres de sonajero y delirios del tamaño de un chupete. Por lo general, no viene solo, sino en pareja, supongo que por el sencillo capricho de darle al niño un aire más divertido. Y muy por lo general, suele tratarse de un pequeño incisivo, cuya función es la de rasgar los primeros alimentos blandos, antes de que surjan fieros e inquietantes los caninos, garras de la boca. A este blog le ha salido un primer diente. Queda muy gracioso en medio del vacío, asomado al abismo de una bañera infantil, palpando las paredes de una cuna desconocida. Este primer diente quiere empezar a rasgar palabras, a arañar ideas. Quiere dar la bienvenida, amigable. Resulta conmovedor este brote de una futura dentadura irregular y voraz, dueña de todos los dolores de muelas.

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