lunes, 31 de enero de 2011

El oficio de tropezar dos veces con la misma piedra

Hay épocas más arrogantes que otras. A menudo, cuando el péndulo del pensamiento llega al extremo más racionilista y clasicista se juzga el pasado con toda la mala leche posible. Que yo sepa, eso ocurrió en el Renacimiento, que fue implacable con el gótico y todo lo medieval, y ocurrió de nuevo con la Ilustración, que estrujó más si cabe el barroco. Un ejemplo de este ensañamiento es que los nombres de gótico y barroco en realidad son dos términos despectivos inventados a posteriori por sus verdugos. Las épocas de luz racionalista son, en suma, arrogantes con el pasado. Y además son ingenuamente optimistas con el futuro. Durante el Renacimiento y la Ilustración pensaban sus moradores que el futuro siempre sería mejor, que habría algo parecido a un progreso inagotable y que, de una vez por toda, habían encontrado las claves para dominar el devenir de la Historia. Ya les vale.

viernes, 28 de enero de 2011

El oficio del idiota (IV)

Tan convencidos estamos de que el yo se mantiene en el tiempo que aceptamos un documento de identidad para nosotros y los demás, e incluso pensamos que la persona que ahora lleva veinte años en la cárcel es la misma que cometió un asesinato y, por ello, pensamos, debe seguir pagando el castigo administrativamente asignado. Cada mañana saludamos al compañero de trabajo con el mismo nombre y el caso es que la cosa funciona, que él responde y no amenaza nuestra estúpida creencia de que el yo se mantiene en el tiempo.

jueves, 27 de enero de 2011

El oficio de mentir (II)

Hasta ahora, en este desértico blog en el que habitamos mis pensamientos y yo, me he dedicado a defender lo cambiante y poliédrico de nuestra personalidad. Lo hago a discreción, al bulto, sin reparar en víctimas. Primero, pienso que el 'Yo' nos estorba y nos pesa demasiado, y por eso, como en 'El Difunto Matías Pascal', de Pirandello, animo a los que han sido dados por muertos a huir bien lejos y rehacerse, pese a que la vida les conducirá de nuevo a ser ellos mismos. Segundo, pienso que somos tantos como quieran los demás y podemos ser tantas personas como queramos. También sacó Pirandello este asunto en 'Uno, ninguno, cien mil'. ¿Por qué entonces hay quien deja su nombre y foto y cabriolas de borracho en internet para uso y disfrute de toda la humanidad?, ¿por qué no elegir la forma de presentarnos?, ¿por qué no disfrutar entonces del libertinaje del anonimato y alejarnos un poco del yo, ahora que podemos?

miércoles, 26 de enero de 2011

El oficio de hacerse un hueco en el pulso chino

Como campeón nacional de pulso chino, quiero denunciar el estado de indefensión en el que nos encontramos los atletas de dicha disciplina, así como la precariedad institucional que nos aprieta, sin una triste federación ni escudo bien diseñado ni presencia en las olimpiadas ni patrocinio de ningún tipo. Como esto no se puede aguantar, voy a tomar medidas muy serias para devolver al pulso chino el lugar que se merece en el panorama deportivo español. Tengo a mi favor a muchos millones de chinos, principales acreedores de bonos estadounidenses y motor del comercio en el orbe mundial.

martes, 25 de enero de 2011

El oficio del periodista (II)

Las máquinas, conforme envejecen, empiezan a vibrar, a temblar, a tremolar como si tuviesen malaria y en definitiva a zumbar y hacer ruido. El eje de mi lavadora ya ha comenzado a perder el centro y a hacer un ruido ensordecedor, el mismo ruido que hacen los planetas al desquiciarse en su órbita, las parejas de novios en su tercer aniversario y los motores de los submarinos soviéticos a la quinta recarga, por decir algo. El ruido nos acecha porque las máquinas nos acechan, porque ya apenas queda nada del funcionamiento húmedo y resvaladizo de la naturaleza. Los medios de comunicación son también una vieja máquina de hacer salchichas y por ello se comportan de forma ruidosa y asmática. El ruido molesta demasiado, como mosca cojonera, y ya no nos deja disfrutar ni siquiera de la sosegada lectura del periódico. Abundan los medios y abunda la información. Abunda la mala calidad y el griterío, este ruido en el que unas voces pisan a otras y devalúan el conjunto. Cada día me acuesto con la impresión de no haber entendido nada, con un incómodo zumbido también en mi cada vez más gripada máquina de pensar.

lunes, 24 de enero de 2011

El oficio del idiota (III)

Estamos convencidos de que el yo se mantiene en el tiempo, a pesar de que nuestras células han ido muriendo y dando el relevo a células nuevas, a pesar de que no hay nada en común entre nosotros y el niño que fuimos. Apenas la memoria nos une a aquel lejano ancestro de patio de colegio. Sólo esta ficción del recuerdo nos hace sentirnos dueños y beneficiarios de las experiencias de ese niño, nos hace creer que fuimos la misma persona. En vez de reverenciar al niño que fuimos como lo que es, un cadáver que sin muerte dio paso a lo que ahora somos, en vez de eso, nos reivindicamos como la misma persona, pese a que lo único que compartimos con él es el nombre y nada más, ni siquiera una raquítica célula que una estos dos universos lejanos.

viernes, 21 de enero de 2011

El oficio de vivir

Cuando me emancipé y saqué los trastos de mi habitación de adolescente, mi madre apenas tardó unas horas en vaciarla. Tiró los póster, las estanterías y la cama en la que yo había ido estirándome poco a poco durante muchas fiebres, hasta el penoso día en que mis pies asomaron por debajo del edredón y asomaron también a la intemperie del mundo. Mi madre tiró mis cosas y adecentó la habitación con horrible gusto para la llegada de la tía del frasco, decía. A qué desconocida tía del frasco podría agradarle aquella estrafalaria decoración, me preguntaba yo, con la maleta hecha. Cuántos tornillos le faltarían a esta tía del frasco que no recuerdo ni he visto nunca en fotografía, me repetía mientras cerraba la puerta. Al cabo de los años, mis padres murieron, mi hermano habitó el piso y los hijos de mi hermano lo repoblaron de infancia. A mí me fue yendo mal en la vida y me fui hartando de todo. A la mierda, me decía a cada paso en este mundo de intemperies al que un día había asomado los pies por debajo del edredón. Me quedé sin afectos y, lo que es peor, sin dinero. Mi hermano se ofreció por fin a acogerme en su casa, y yo dije que sí, no tengo otro sitio donde ir, qué quieres que te diga, qué mejor que regresar al piso de mi adolescencia, y así hice, y de regalo a mis sobrinos les llevé un grillo que había capturado y que guardé en un frasco y que tenía las patas frías, y al entrar en mi nueva habitación, digo vieja habitación, a esa habitación mía de la infancia, noté una estrafalaria decoración y escuché a uno de esos mocosos sobrinos míos decir entre risas mira, mira quién ha venido, la tía del frasco.

jueves, 20 de enero de 2011

El oficio de mentir

Louis Ferdinand Céline nos muestra en 'Viaje al fin de la noche' el truco con el que los hombres poderosos humillarán siempre a los humildes. Un funcionario europeo pálido del África colonial recauda en nombre de la metrópoli los impuestos de la tribu. Para ello, ha reclutado a un grupo de jóvenes entre los propios indígenas, a quienes entrega armas y da un estatus de elite. Ellos son los encargados de coaccionar a sus semejantes y de hacerse con los tributos. El funcionario pálido no tiene que mover un dedo y vive feliz en su choza. Es en cambio su patrulla de elegidos la que hace el trabajo sucio, blande las armas y pisa fuerte. A cambio, los elegidos disfrutan del poder y, por ello, de la admiración de sus semejantes. Son los dueños de la tribu. Manejan el gatillo y los miedos nocturnos. Y el mayor deseo de cualquier indígena con un mínimo de aspiraciones es pertenecer a este grupo.

miércoles, 19 de enero de 2011

El oficio del idiota (II)

Lo tengo apuntado por allí, en un papel. Es una cita de Juan Bonilla: el YO, una Y de tirachinas y una O con forma de piedra.

martes, 18 de enero de 2011

El oficio de desconocerse

Que yo sepa, el mejor juego de la wii es el de llegar a fin de mes. Los gráficos son muy buenos, a escala 1:1 con respecto a la realidad, y en la opción para expertos uno puede gestionar su única vida como si estuviese realmente en su única vida y no en un videojuego en el que la casa, la cocina, la lista de compra y esta lata de coche son invenciones informáticas de un friki coreano. El sonido es también muy realista, aunque yo habría quizá atemperado los ladridos del perro del vecino y el ruido del búho nocturno al rasgar la noche de este barrio deshabitado. Por lo demás, el juego es tan angustioso y desconcertante como la vida misma. Hasta el punto de que uno, si se da maña, puede incluso ahorrar dinero para comprarse, pongamos, una wii.

lunes, 17 de enero de 2011

El oficio del periodista

El oficio del periodista puede resultar muy tedioso, salvo que a uno le agrade el desmigue de una roca al caer desde una colina. Como Sísifo, el periodista debe arrastrar cada día la pesada piedra de la actualidad, ascender una empinada cuesta y dejar caer su carga desde arriba al final de la jornada. Día tras día debe iniciar desde abajo la tarea, sin percibir que se diga mucho poso de cimiento, construcción, crecimiento de algo o cosa así. No hay acuerdo acerca de los motivos de este castigo, pero se dice que Sísifo era avaro y mentiroso, y también dicen que se dedicaba a asesinar viajeros, y hay quien le acusa de desvelar los designios de los dioses. Una cosa y otra y la de más allá se parecen, en definitiva, al oficio del periodista. Lo cierto es que, como Sísifo, el periodista, héroe y mentiroso a partes iguales, debe levantar cada día la losa del día y verla caer desde lo alto de la colina. Y lo cierto es que a veces da gusto ver la roca rodar colina abajo y resquebrajarse y desmigarse y cubrir el aire de polvo. Un truño y una satisfacción, ambas dos.

viernes, 14 de enero de 2011

El oficio del idiota

Los griegos dedicaban parte de su tiempo a las cosas públicas y llamaban idiota al que no lo hacía, al que estaba volcado en sus intereses propios. Con el tiempo, todos los griegos fueron haciéndose cada vez un poco más idiotas, hasta que Idiotia se convirtió en la única patria de los hombres y la idiotez, en su principio fundacional. Como tú y yo somos en definitiva descendientes de los griegos, supongo que también sufrimos esta peligrosa tendencia hacia el idiotismo. No diré mi nombre para notarme libre. Para morder sin permiso. Así de triste, así de idiota.

jueves, 13 de enero de 2011

El oficio de inaugurar

El primer diente cuesta una barbaridad y suele asomar entre fiebres de sonajero y delirios del tamaño de un chupete. Por lo general, no viene solo, sino en pareja, supongo que por el sencillo capricho de darle al niño un aire más divertido. Y muy por lo general, suele tratarse de un pequeño incisivo, cuya función es la de rasgar los primeros alimentos blandos, antes de que surjan fieros e inquietantes los caninos, garras de la boca. A este blog le ha salido un primer diente. Queda muy gracioso en medio del vacío, asomado al abismo de una bañera infantil, palpando las paredes de una cuna desconocida. Este primer diente quiere empezar a rasgar palabras, a arañar ideas. Quiere dar la bienvenida, amigable. Resulta conmovedor este brote de una futura dentadura irregular y voraz, dueña de todos los dolores de muelas.