Somos un coro de voces formado por esta caja de resonancia llamada ego y por las personas que nos acompañan en cada momento. Una polifonía en la que participan los demás, en la que se producen ausencias y felices llegadas. El ego a veces se acopla y no nos deja escuchar, con sus molestas reververaciones, el resto de la orquesta. Una caja tan pequeña es capaz de producir un muy molesto y ruidoso eco, de impedirnos la escucha del canto de la vida.
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