Pese a la presión psicológica y social por mantenernos aferrados al yo, la sociedad a veces nos sorprende con invenciones neuróticas. Al tiempo que pide entereza del yo, reclama una transformación que le permita amoldarse a un lugar de clase y una posición. No soy dado a coleccionar frases de cine, pero hay una de ellas que me conmueve especialmente. Cuando a Forrest Gump le preguntan qué va a ser de mayor, él responde: “¿es que de mayor no voy a ser yo mismo?” Así de aterrador. El niño, el yo infantil que con tanto cariño reivindicamos, se muere de miedo al pensar que la sociedad le va a obligar a ser otra persona y hacer cosas propias de otro que a él no le gustan hacer.
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