Quiero precisar que durante casi una década me fue fácil ganar los sucesivos campeonatos de España de pulso chino. Recurrí, como ya he confensado en varias ocasiones al Adelantado de Segovia, a una dieta de engrosamiento del pulgar, por entonces desconocida en el país. Este contacto con la vanguardia dietética internacional, junto con mi entrenamiento en el 'pretado de tuercas en los altos hornos de Aceralia, completaron mi formación como atleta. Por primera vez, estas tierras alumbraban un pulsista capaz de medirse a los recios estibadores del bloque soviético y a los industriosos mecánicos de Detroit. Público, ¿por qué me olvidaste?
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