jueves, 15 de diciembre de 2011

El oficio de trasnochar (VII)

Cuando el sonámbulo se despierta, muere sepultado por las paredes del sueño. Cuando el funambulista mira hacia abajo, cae hacia sí mismo. Cuando el bebé descubre que está andando, se lanza cuerpo a tierra. Cuando el guerrero fragoroso certifica que la herida fue mortal, empieza a dar sablazos desde el más allá. Cuando el alpinista descubre el abismo bajo sus pies, cuando uno piensa y piensa que está pensando, cuando uno mira y nota que lo están mirando, cuando uno siente y se percata de que lo están sintiendo, cuando uno tropieza en su propia cuenta, encerrado en sus jirones, entonces nota este vértigo nocturno e inútil de estar solo. Como Perseo, has de decapitar a la Medusa sin llegar a mirarla.

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